Espacio Maternal- Madre de día- Educadora infantil
El bosque de Gulubú
Sarah Preston
"¿Ustedes vieron esos libros-sorpresa que cuando uno los abre aparecen figuritas de pie?
Bueno, igualito es el bosque de Gulubú. Como las marionetas dormidas. Uno le tira de los hilos y ellas se ponen de pie, bailan y se mueven.
El bosque de Gulubú está planchado en el suelo, y cuando su dueño tira de los alambres, los árboles y los yuyos y las casitas y los bichos aparecen todos como diciendo:
–Aquí estamos. Estábamos jugando a la escondida. "(...)
"Por eso, si ustedes alguna vez encuentran detrás de un árbol, o detrás de cualquier cosa, a un inspector enanote y sabihondo que les dice que no es posible que existan un enanito y 7 Blancanieves, o que no es posible que exista cualquier cosa linda, ustedes pueden contestarle:
Siempre
que la gente habla de la necesidad de que los niños vayan más
despacio, la diversión tiene un papel importante en el programa.
Muchos estudios demuestran que el tiempo desestructurado para el
juego ayuda a los más pequeños a desarrollar su habilidad de
aprendizaje. El juego desestructurado es lo contrario del "tiempo
de calidad", que implica laboriosidad, planificación, horario y
objetivos. El juego desestructurado es cavar en el suelo del jardín
en busca de lombrices, divertirse con los juguetes en el dormitorio,
construir castillos con Lego, tontear con otros chicos en el parque o
simplemente mirar por la ventana. Se trata de explorar el mundo y
reaccionar a cuanto descubres a tu propio ritmo. A un adulto
acostumbrado a hacer que cada segundo cuente, la diversión
desestructurada le parece una pérdida de tiempo. Y nuestro reflejo
es el de llenar esos espacios "vacíos" de la agenda con
actividades entretenidas y enriquecedoras.
Carl
Honoré. Elogio de la lentitud
Movimiento Slow
El movimiento Slow es una corriente
cultural que se originó en Italia como protesta por la apertura de
una hamburguesería de McDonald’s en la Plaza de España de
Roma…Dicho movimiento dio origen a la organización Slow Food. Esta corriente promueve calmar las
actividades humanas tomando el control del tiempo, en lugar de
someterse a su tiranía. Se busca priorizar las actividades que
suponen un desarrollo de las personas, encontrando un equilibrio
entre la utilización de la tecnología orientada al ahorro del
tiempo y tomándose el tiempo necesario para disfrutar de actividades
como dar un paseo o compartir una comida con otras personas. Los
ponentes de este movimiento creen que, aunque la tecnología puede
acelerar el trabajo, así como la producción y distribución de
comida y otras actividades humanas, las cosas más importantes de la
vida no deberían acelerarse.
Slow Schooling
En 2002 se creó el Movimiento Slow
Schooling, que promueve que es mejor estudiar a un ritmo lento,
tomarse el tiempo para conocer el tema profundamente, aprender a
pensar y no a aprobar exámenes… se les brinda a los chicos la
posibilidad de enamorarse del aprendizaje. Respecto a las actividades
extraescolares, muchas veces son los mismos chicos quienes solicitan
aminorar la marcha. Liberar a los chicos del culto a la
velocidad en un futuro significa más libertad y fluidez en la
educación, tomar el aprendizaje como placer, tener menos obsesión
por aprovechar el tiempo al máximo. Los padres pueden colaborar
mucho estableciendo el ejemplo de la lentitud en su propia vida y
sabiendo que merece la pena hacerlo.
Venga,
date prisa!
Es una
de las frases que más repetimos a nuestros hijos, cada vez más
pronto, ya no para ir a la escuela, sino ya de bebés para ir a la
guardería. Hemos impuesto ese ritmo apresurado no sólo a los
jóvenes escolares sino también a nuestros bebés. La sociedad nos
acompaña para hacerlo así, y nos rodean comentarios, del tipo " ya
debería estar destetado- cuando le vais a quitar el pañal- no lo
has apuntado a inglés- todavía no camina,...?"
Es hora
de frenar y sentir, una crianza respetuosa debe ser a la fuerza una
crianza lenta. Donde los ritmos no sean los impuestos des de fuera,
des de ese mundo apresurado donde lo que vale es la competitividad, y
es más competitivo el que va más rápido. ¿Pensarán en serio que
por dejar el pañal, la teta, la compañía de mamá y cambiar las
horas en casa por una guardería serán mejores personas, o más
felices o más triunfadores?. Sospecho que no, pero aunque así fuera
sería a un precio muy alto, nos habríamos saltado (les habremos
robado y nos habremos perdido) su infancia.
Los
tiempos de los niños son diferentes y debemos respetarlos en la
medida de lo posible. A veces supone cambiar muchas cosas de nuestras
vidas poder adaptarnos a un ritmo más lento o mejor, más flexible.
Pero otras veces sólo significa tener más paciencia, dejarles
intentar las cosas sin intervenir, esperarlos, dejarlos hacer, ir a
comprar más tarde, comer luego, sentarnos en el suelo, escucharlos,
...
Creo que
si en vez de arrastrar a nuestros hijos a nuestro mundo de las prisas
nos dejamos arrastrar por ellos de vez en cuando- no hace falta que
abandonemos todas nuestras obligaciones, ni que vivamos en una
burbuja, sólo que establezcamos otras prioridades- todos saldremos
ganando, y redescubriremos el placer del tiempo sin tiempo, de perder
la noción del reloj porque nos hemos dejado llevar por el juego, el
paseo, las risas, los descubrimientos,...
Son
muchos los educadores y pensadores que han reclamado para los niños
una educación lenta:
La
clase de educación más eficaz es que el niño juegue entre cosas
bellas
Platón
(427-347 A.C.)
La
infancia tiene su propia manera de ver, pensar y sentir, y nada es
más necio que intentar sustituirla por la nuestra
Jean
Jacques Rousseau
En
la Alemania de entreguerras, Rudolf Steiner fue el pionero de una
clase de educación diametralmente opuesta al prendizaje acelerado.
Steiner creía que nunca debería apremiarse a los hijos para que
estudien lo que sea antes de que estén preparados para ello. También
estaba en contra de enseñarles a leer antes de los site años. Creía
que debían pasar sus primeros años jugando, dibujando, contando
cuentos y aprendiendo cosas de la naturaleza.
Pero
las rutinas son necesarias, no?
Si rompemos los esquemas, la rigidez
de los horarios, nos sobreviene el miedo de perder el control ...y no
es tan así. Es cierto que ciertas pautas y rutinas les dan seguridad
a los niños (y también a los adultos) pero pueden ser flexibles,
estirarse y acortarse un poco, acomodarse a cómo estamos hoy, qué
estamos haciendo ahora, y no tanto al reloj o al calendario. Por
ejemplo, antes de comer nos lavamos las manos y ponemos la mesa, eso
es una rutina que me anuncia lo que va a pasar, me predispone a
sentarme a comer. Y saber lo que va a pasar me tranquiliza, pero si
hoy he desayunado más tarde y todavía no tengo hambre o el parque
está muy divertido y me quiero quedar un rato más, o estoy
terminando de construir un castillo, quizás no pase nada si lo
hacemos media hora más tarde, no? Si por la mañana me levanto, me
lavo la cara, desayuno y me visto, tengo mi rutina, pero si hoy estoy
más cansado y me quedo un rato más en la cama, ¿qué pasa? No es
por ellos, es por nosotros, claro, llegamos tarde al trabajo, a la
reunión, etc, pero mientras tengamos claro que es por nosotros y no
porque ellos necesiten una temporización rígida y exacta para no
descontrolarse, sabremos ser flexibles cuando sea necesario.
El
tiempo en el Bosque de Gulubú
La mayoría de las casas de madre de
día, también en el bosque de Gulubú, somos flexibles con los
horarios de entrada, salida, comidas, siestas,...porque entendemos
que los niños necesitan usar el tiempo de otra manera, que dejarlos
aprender es darles tiempo para intentar vestirse, comer solos,...y
eso necesita tiempo; entretenerse por el camino es necesario, ¿como
vamos a dejar de mirar esa abeja en las flores, no recoger esa piedra
rojiza, unas hojas secas, subir y bajar de aquel escalón...otra vez?.
Y ya hablamos del juego libre, para entrar en él es necesario olvidarse del reloj. Eso es algo que los adultos podemos aprender de estar con niños,
estar aquí y ahora, con todos los sentidos en lo que estoy haciendo
ahora y no en las obligaciones de más tarde. El tiempo vivido así
nos aporta nuevos descubrimientos, como un paseo por el bosque en el
que te olvidas de las prisas, porque no hay más que lo que te rodea
en ese momento.
Porque además los amigos siempre nos esperan si tenemos algo importante que hacer:
Muy necesarias las reflexiones sobre el tiempo sin tiempo. Como adultos, tiene un doble mensaje: primero para que aprendamos a respetar los tiempos y las necesidades verdaderas de los peques, algo que muchos hemos olvidado. ( Quizás porque el sistema -entre la escuela y el trabajo- nos recicló los mecanismos internos y nos podó el sentido común). Y segundo, porque nuestras propias vidas están diariamente salpicadas de urgencias innecesarias y superfluas. Estas reflexiones nos ayudan a reconocer nuestros fallos sobre la cuestión. Habrá que poner más empeño en corregirlos.
Gracias Paula por dejarnos recorrer el Bosque de Gulubú y recoger estas cosas que sabíamos y sabemos, pero "se nos olvidan".
Muy necesarias las reflexiones sobre el tiempo sin tiempo. Como adultos, tiene un doble mensaje: primero para que aprendamos a respetar los tiempos y las necesidades verdaderas de los peques, algo que muchos hemos olvidado. ( Quizás porque el sistema -entre la escuela y el trabajo- nos recicló los mecanismos internos y nos podó el sentido común). Y segundo, porque nuestras propias vidas están diariamente salpicadas de urgencias innecesarias y superfluas. Estas reflexiones nos ayudan a reconocer nuestros fallos sobre la cuestión.
ResponderEliminarHabrá que poner más empeño en corregirlos.
Gracias Paula por dejarnos recorrer el Bosque de Gulubú y recoger estas cosas que sabíamos y sabemos, pero "se nos olvidan".
Inés.