"¿Cómo?
¿La gata Cachimba no estaba en Pehuajó? Estaba, sí pero buscando
un buen rincón donde parir sus crías. Así llegó hasta los pagos
de Poncho Rabón (a 765 kilómetros) y se quedó en lo de García,
aunque los bebés humanos no les gustan nada, pero lo que se dice
nada.
En
cuanto lo ve gatear a Verdecito, le muestra los colmillos y le dedica
un sifonazo feroz. ¡Los únicos con derecho a gatear son los gatos,
caramba!"
El
Gaucho
Maria
Elena Walsh
No, gata
Cachimba estás equivocada, las personas, especialmente las pequeñas,
tienen derecho a gatear.
Muchas
veces, en distintos ámbitos vemos niños y bebes manipulados por
adultos en actitudes que son interpretadas como de ayuda, pero que no
ayudan en nada al bebé, más al contrario estan interfiriendo en el
desarrollo natural. Me refiero a incorporarlo, sentarlo, hacerlo
caminar de la mano,...cuando aún no está preparados para ello. Esto
es perjudicial porque, por un lado nos estaremos saltando etapas y
movimientos necesarios para la adquisición de nuevas habilidades y
por otro le privamos de la satisfacción de su logro personal a la
vez que le hacemos dependientes de nuestra ayuda.
Según
Emmi Pickler, pedíatra y directora del Instituto Lóczy de
Budapest, si las condiciones son adecuadas, el desarrollo motor es
espontáneo y es preferible que el niño aprenda por sí mismo a
sentarse y a desplazarse. Pickler daba gran importancia a la relación
con el adulto a su cargo, creando un ambiente relajado
especialmente durante los momentos de cuidado, en los que sin apuro
va envolviendo al niño con su voz y su mirada explicando en cada
momento lo que va a hacer y manipulándolo con delicadeza y respeto.
De esta manera el niño construye una seguridad afectiva que lo
acompaña en sus momentos de exploración autónoma. Dicho de otra
manera, si el niño recibe suficiente atención personalizada,
respetuosa y amorosa es capaz después de dedicarse a explorar el
ambiente de forma autónoma.
La
recomendación es ofrecer un espacio amplio y seguro donde el niño
pueda moverse en libertad, y colocar siempre al bebé tumbado boca
arriba, porque será desde esta posición que él mismo adquirirá
mediante movimientos y posiciones intermedias la postura deseada
cuando su sistema nervioso y muscular esté lo suficientemente
desarrollado para ello. Este proceso le permite un aprendizaje y un
dominio de su cuerpo y del equilibrio que lo convertiran, según las
observaciones de Emmi Pickler, en niños más ágiles y más
autónomos. Además el hecho de que hayan adquirido nuevos
movimientos por sí mismos, influye favorablemente en la construcción
de una buena autoestima y en la evolución del desarrollo
intelectual.
Tener
esta actitud para con las personas pequeñas supone muchas veces para
el adulto replantearnos la relación con el niño, nuestra supuesta
superioridad y confiar en sus capacidades, valorar su
persona, su autonomía, sus emociones, su intencionalidad y
respetarla.
Tener
esta actitud no intervencionista no quiere decir no hacer nada,
necesitan nuestra presencia atenta y nuestro acompañamiento
respetuoso para sentirse seguros afectivamente y avanzar a explorar y
desarrollarse.
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