El bosque de Gulubú

El bosque de Gulubú
Sarah Preston

"¿Ustedes vieron esos libros-sorpresa que cuando uno los abre aparecen figuritas de pie?

Bueno, igualito es el bosque de Gulubú. Como las marionetas dormidas. Uno le tira de los hilos y ellas se ponen de pie, bailan y se mueven.

El bosque de Gulubú está planchado en el suelo, y cuando su dueño tira de los alambres, los árboles y los yuyos y las casitas y los bichos aparecen todos como diciendo:

Aquí estamos. Estábamos jugando a la escondida. "(...)


"Por eso, si ustedes alguna vez encuentran detrás de un árbol, o detrás de cualquier cosa, a un inspector enanote y sabihondo que les dice que no es posible que existan un enanito y 7 Blancanieves, o que no es posible que exista cualquier cosa linda, ustedes pueden contestarle:

–Sí señor, existe, en el bosque de Gulubú."


Dailan Kifki

Maria Elena Walsh






sábado, 25 de enero de 2014

El hogar y la libertad

o tengo una casa
Que viene y que va
Que sube y que baja
Que se encoge y se agranda
Que está aquí y está allá. - See more at: http://www.canallector.com/2949/Yo_tengo_una_casa#sthash.EsfPFUte.dpuf

 No te vayas,
quédate.
que ya estamos de vuelta de todo
y esta casa es nuestro modo
de ser.

Tantas charlas, tanta vida,
tanto anochecer con olor a comida
son una eternidad familiar
que en un solo día no puede cambiar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.

Barco quieto
Maria Elena Walsh


¿A qué llamamos sentirse como en casa? ¿Qué hace que en casa estemos cómodos? Es algo más que el hecho de ir en zapatillas y ropa cómoda (¡qué también!) y es el sentirnos libres de presiones, de expectativas, poder relajarnos y ser nosotros mismos. A los niños también les pasa, y no juegan de la misma manera en casa que en una guardería, y también prefieren comer en casa y dormir en casa y usar su cuarto de baño antes que el del cole. Pero no es sólo la comodidad, hay mucho más detrás, sobre todo si tenemos en cuenta que esas personitas están forjando su identidad, un yo recién nacido buscando identificarse...es natural que necesite unos referentes cerca, y un territorio conocido, asumible y único al que él pertenezca. Y desde dónde pueda después diferenciarse y construirse.
Las madres de día defendemos que el entorno ideal para criar un bebé es su hogar. La casa ofrece la protección y estímulos necesarios y tiene unas dimensiones asumibles para el bebé. Un número de personas limitado y vinculadas por relaciones de afecto. Pero además estamos convencidas que el hogar es un espacio educativo privilegiado precisamente por ofrecer esa seguridad de territorio protegido, conocido, donde mamá está....es desde ahí que el bebé puede explorar y descubrir, y por lo tanto, aprender y crecer.


La madre, el primer hogar


 
Como un pájaro libre de libre vuelo,
Como un pájaro libre así te quiero.
9 meses te tuve creciendo dentro

Y aún sigues creciendo y descubriendo
Descubriendo, aprendiendo a ser un hombre
No hay nada de la vida que no te asombre 

Adela Gleijer - Diana Reches







El primer hogar del niño es la madre, un ser que acoge dentro de sí otro ser. La madre ofrece todo lo necesario para que el complejo proceso de crecimiento que se está dando sea posible. Esta primera casa le ofrece protección, alimento, calor, amor y también hace de filtro que impide influencias nocivas del exterior, los estímulos le llegan atenuados, la temperatura es constante.
Después del nacimiento, a través del proceso importantísimo que es el parto, el bebé pasa a un nuevo espacio, fuera del útero. Éste nuevo espacio, su nueva casa, es un espacio protector generado por la madre y sigue siendo ella la encargada de mantener en su casa las condiciones óptimas para que el bebé pueda encargase de su desarrollo. Es decir, la madre se encarga de cubrirle las necesidades de supervivencia para que el bebé pueda ocuparse de sus necesidades de desarrollo.
En esta primera fase, en el inicio, se necesita un ambiente capaz de crear cuidados especiales para el niño. Un ambiente maternal.


El hogar y la familia primer espacio de socialización

Contrariamente a lo que se cree los bebés no necesitan las guarderías para aprender a socializar. Por que no es de otros iguales que lo ha de aprender, sino de mano de su madre primero, de su familia y de su entorno más cercano. Es en las relaciones familiares que se fijan los modos de relacionarse, y es acompañado de su familia que aprende a relacionarse también con otras personas, amigos, vecinos, ...
Por lo tanto es también en el hogar donde se empieza a socializar, y la madre se convierte en ejemplo de como saludamos, ayudamos, hablamos, nos despedimos, como tratamos a los bebés, pedimos disculpas, cedemos el paso, preguntamos, conversamos, compartimos,...



La casa, un mundo de sensaciones

Si pensamos en nuestra propia infancia, nos vendrán un montón de recuerdos que son sensoriales. El olor a pan tostado de la mañana, las sábanas húmedas y frescas tendidas al sol, la nariz sobre el cristal frio de la ventana, la música en la radio,...
En esta edad y hasta los 6, los niños estan en la etapa sensoriomotriz, esto quiere decir que las experiencias en las que intervienen los sentidos y el movimiento son su mayor fuente de placer  y de interés. Si observamos veremos como por sí mismos las buscan continuamente.
Una casa está repleta de estímulos sensoriales que podemos dejar disfrutar a nuestros niños. La cocina, las frutas, las verduras, los cacharros,...son sonidos, olores y texturas de lo más rico y variado.
El baño, el agua, fria, caliente, templada,...el jabón, la espuma, las burbujas, perfumes...


El dormitorio, esconderse bajo las mantas, saltar en el colchón, sumerjirse entre almohadones, la luz y la oscuridad,...
Y así en cada parte de la casa y con acciones cotidianas estamos brindando a los niños muchas y variadas experiencias sensoriales que enriquecen su desarrollo y que al ir acompañadas de experiencias emocionales de amor y afecto impregnaran sus recuerdos.


La casa, un mundo de acciones 

En una casa hay un movimiento, un hacer que promueve la vida. Mantener una casa implica un montón de acciones diarias que tienen un sentido. Esas acciones son también educativas porque tienen un porqué, implican una acción, y una consecuencia, un tiempo para realizarlas y un resultado.




Los niños que viven eso de forma natural, cuando algo se ensucia lo limpian, cuando terminan de comer barren ( aunque extiendan las migas por toda la sala), cuando les cambio el pañal lo tiran a la basura,...No porque alguien se lo haya enseñado, sino porque lo han vivido.




La casa, el individuo y la libertad


En casa es donde podemos ser nosotros mismos, en nuestra casa somos únicos, no somos uno de muchos iguales. Y esto es así, porque nuestra casa también es única, cada casa está impregnada de "algo", algo particular, propio de esa familia. Cosas pequeñas y cotidianas que convierten un espacio en nuestra casa, un olor, una musicalidad,...y un conocimiento único también. Porque en cada casa las cosas se hacen de una manera y se hacen unas cosas que en otras casas no. Y eso también se transmite y es lo que a veces complica cuando tenemos que convivir con otras personas (piso de estudiantes, nueva pareja...) porque es lo que constituye nuestra individualidad, y es que sí, cada uno es de su casa...pero eso es también lo que nos enriquece y nos hace únicos.
En las instituciones de crianza, guarderías y escuelas, todo es uniforme, se aprenden las mismas canciones, se enseñan las mismas cosas, el mobiliario es igual, y hasta pareciera que la decoración y el material es igual....Los libros de texto, y un mismo curriculum uniformizan lo que hay que aprender, la misma empresa de cattering sirve la misma comida con el mismo olor en cada comedor.

El hogar es entonces también, impulsor de individualidad al permitir el ser único de cada persona. Para que la individualidad pueda darse se necesita libertad, pero también tiempo.


 De la libertad de movimiento a la libertad de pensamiento

Esa libertad de poder expresar su individualidad en un primer momento se expresará a través del movimiento. Para un bebé en la etapa sensoriomotriz poderse mover libremente y adquirir los logros posturales por sí mismo y a su ritmo es ser libre. Necesita poder levantarse, acostarse, gatear y caminar cuando él decide, no cuando es la hora de. Un niño no va a hacer nada para lo que no está preparado y si le forzamos será a costa de tensiones, de endurecimientos, de pérdida de autoestima.
La posibilidad de experimentar, de moverse libremente, de respetar sus propios ritmos, dejando en manos del niño la iniciativa del desarrollo de su motricidad permite asegurar que el desarrollo ha seguido el orden natural sin forzar procesos, permite al niño una mayor seguridad y conciencia de sí mismo. Y quizá lo más importante es que la calidad, el respeto y la autonomía con que se lleve a cabo este primer peldaño de la aventura de hacerse a sí mismo forma parte de los cimientos de cada persona.


La casa como transmisor de valores, alma, arte y comunicación

Cada familia tiene un conocimiento particular, porque cada uno de nosotros sabe hacer algo distinto y ama y valora cosas especiales.
Los valores, como casi todas las cosas importantes no se pueden aprender de los libros y las fichas. Hay que vivirlos, y hay que vivirlos en un entorno y de mano de personas importantes para que dejen huella en nosotros.
Por eso, la forma de comunicarnos, de vivir el arte, de significar lo cotidiano, de relacionarnos, de mirar el mundo, se vive en casa, en la familia. Sobre esa base cada uno sumará vivencias propias, pero lo vivido en casa nos acompaña siempre.



La casa como espacio de tiempo sin tiempo


En casa el tiempo es flexible, y aunque últimamente el reloj manda en todas partes es el único lugar donde puede más la vida que el reloj. Por lo general, en casa no funcionamos con horarios tan estrictos y alejados de la vida como en una institución.
Hay un ritmo, pero es un ritmo vivo, marcado por los tiempos naturales y los de las personas que allí viven. No es un tiempo diseñado en un despacho con hora de comer, hora de dormir la siesta, hora de usar el orinal, hora de jugar,...es el tiempo de hacerse la sopa, de secarse la ropa, donde cabe el tengo hambre y el tengo sueño y las ganas de jugar no se agotan a golpe de campana.
Es un ritmo que se deja impregnar por el tiempo, si llueve o hace sol, y las ganas, de dormir, de comer, de jugar...
Es un tiempo en el que lo que importa es la vida, lo que en ese momento ocurre, no el para qué. Y cada paso es importante en sí mismo,  entonces no hace falta apurarlo. Vestirse con calma, desayunar con tiempo...pequeños placeres de estar en casa que no deberían ser un lujo sino un derecho de los más pequeños.


El hogar como espacio educativo



La mesa, hijo, está tendida
en blancura quieta de nata,
y en cuatro muros azulea,
dando relumbres, la cerámica.
Ésta es la sal, éste el aceite
y al centro el Pan que casi habla.
Oro más lindo que oro del Pan
no está ni en fruta ni en retama,
y da su olor de espiga y horno
una dicha que nunca sacia.
Lo partimos, hijito, juntos,
con dedos duros y palma blanda,
y tú lo miras asombrado
de tierra negra que da flor blanca.

Gabriela Mistral

La infancia de nuestros hijos puede ser una oportunidad para repasar nuestra experiencia de vida y adaptar el hogar a las necesidades de todos los que la habitan. Convertir nuestra casa, ya sea un piso viejo o un gran chalet en un verdadero hogar para nuestros hijos va más allá de tapar los enchufes y poner fuera del alcance cosas frágiles y peligrosas. Implica pensar, o mejor, volver a sentir como niño. Crear calidez en los ambientes no depende solo de la iluminación o la decoración sino de lo que allí se vive, rincones llenos de magia, escondites, sofas de leer cuentos y una casa debajo de la mesa...

Al principio cuesta ver el hogar como un espacio educativo, pero si nos ponemos  a pensar, a sentir y a recordar nos daremos cuenta que mucho de lo que somos viene de casa. Y nos descubriremos intentando reproducir un pedacito de esa casa en cada uno de los lugares que nos toque habitar, queriendo recuperar un aroma y una sensación que nos llenan de paz y nos recuerdan quienes somos.
Nuestra casa nos impregna un modo de ser y de hacer que nos acompañará en nuestro camino por la vida.



Más:

La mejor guardería, tu casa de Eulalia Torres de Beà 
Principios pedagógicos asociación Madres de día
Crianza y arte, Magdalena Fleitas





Yo tengo una casa
Que viene y que va
Que sube y que baja
Que se encoge y se agranda
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Yo tengo una casa
Que viene y que va
Que sube y que baja
Que se encoge y se agranda
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Yo tengo una casa
Que viene y que va
Que sube y que baja
Que se encoge y se agranda
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Yo tengo una casa
Que viene y que va
Que sube y que baja
Que se encoge y se agranda
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Que viene y que va
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