El bosque de Gulubú

El bosque de Gulubú
Sarah Preston

"¿Ustedes vieron esos libros-sorpresa que cuando uno los abre aparecen figuritas de pie?

Bueno, igualito es el bosque de Gulubú. Como las marionetas dormidas. Uno le tira de los hilos y ellas se ponen de pie, bailan y se mueven.

El bosque de Gulubú está planchado en el suelo, y cuando su dueño tira de los alambres, los árboles y los yuyos y las casitas y los bichos aparecen todos como diciendo:

Aquí estamos. Estábamos jugando a la escondida. "(...)


"Por eso, si ustedes alguna vez encuentran detrás de un árbol, o detrás de cualquier cosa, a un inspector enanote y sabihondo que les dice que no es posible que existan un enanito y 7 Blancanieves, o que no es posible que exista cualquier cosa linda, ustedes pueden contestarle:

–Sí señor, existe, en el bosque de Gulubú."


Dailan Kifki

Maria Elena Walsh






domingo, 26 de octubre de 2014

Moverse, sentir, pensar

“… no bastan los ojos para ver, tenemos que observar, sentir y pensar; imaginarnos en su mundo”. 

Emmi Pickler

La primera entrada del otoño llega algo tarde, traída por el viento y es para hablar del...movimiento. Sí, ya se que son varias las entradas que he dedicado al desarrollo psicomotor
( Cuestión de actitud y Amar la trama), y es que cada vez más veo la importancia que tiene el movimiento en el desarrollo de los bebés. Paso horas observándolos. Moverse. Moverse libremente. Y me despojo de todas las tablas de desarrollo psicomotor que estudié y de si tiene tantos meses ya debería y este a su edad ya hacía o no hacía y de las imágenes que tenemos interiorizadas de bebés jugando sentados con 5 ó 6 meses y descubro las muchísimas posibilidades que como bailarines de danza contemporánea van descubriendo, balanceando el cuerpo, traspasando el peso, estirándose. Y observo a cada uno en su individualidad, cada uno tiene una manera de moverse o lo que es lo mismo de relacionarse...y cada uno está cómodo de una manera o por un tiempo.
Entonces, ahora, ya puedo olvidarme de las teorías de si debería estar en contacto permanente con el cuerpo de la madre o si debería estar siempre en el suelo horizontal boca arriba...y busco un equilibrio que me va marcando cada bebé. Seguramente no hay una manera de hacerlo bien, pero sí puedo decir que me he vuelto mucho más sensible a cómo manipulamos a los bebés, los sentamos, levantamos, acostamos, llevamos de aquí para allá, vestimos, desvestimos, llamamos su atención o los ignoramos, muchas veces con apuro o con intención de divertirlo, entretenerlo o cuidarlo. Siempre procuro que tengan muchas oportunidades de moverse libremente, en el suelo sobre una superficie firme y cálida, con espacio suficiente y pocos objetos a su alrededor. Pero también ofrezco brazos, y son porteados y mecidos siempre que lo desean o necesitan. Y procuro que pasen poco tiempo en hamacas, carros o tronas, para comer, descansar o pasear en momentos puntuales.
Y como madre de día, pues siempre teniendo muy en cuenta cómo lo hace la madre. Siempre hablo con las familias mi manera de hacer y pregunto la suya en particular, cómo duerme, cómo come, cómo pasea, cómo juega...

Muchas veces entendemos el desarrollo psicomotor, o el movimiento de los bebés como sólo una parte separada del desarrollo cognitivo que es considerado el importante. Se mueven sí, pero todavía no caminan y ya está. No somos conscientes de todo lo que el bebé hace y de que lo hace desde una motivación interior, y que cada acción tiene un sentido y forma parte de una "programación interna" mucho más compleja de lo que pensamos que lo lleva a desplegar todo su potencial. Si no lo interrumpimos, si no lo interferimos, si no lo apuramos, si no nos saltamos pasos.


Entonces, ¿cuál es la responsabilidad del adulto? Ofrecer un entorno adecuado que permita este desarrollo, pero el desarrollo en sí mismo es tarea del niño. Si entendemos que no son necesarios estímulos externos ni ayuda ni instrucciones para que los niños aprendan a moverse, veremos que nuestra responsabilidad se limita a favorecer las situaciones en que el bebé, libre de expectativas y juicios por parte del adulto, pueda moverse libremente en un entorno que lo posibilite. Y limitar nuestras intervenciones, evitar interrumpir bruscamente su juego ( sí, aunque sólo se estuviera mirando la mano, tocándose los pies...), no sentarlos antes de que estén preparados, no limitando su movimiento,  y no manipulándolos sin pedirles permiso...

Hay momentos en qué debemos moverlos y manipularlos, pero si hemos entendido la importancia que tiene interferir lo menos posible lo haremos con más cuidado y respeto.

Bueno, y la culpa de tanta tardanza para publicar esta nueva entrada  la tiene este video hecho con mucho amor y pocos medios; con muchas horas y poco conocimiento tecnológico, que pretende mostrar la alegría del movimiento, la vitalidad, la expresión del sentir y ser de cada uno a través del movimiento. Se me hizo un poco largo, así que tengan paciencia y suban el volumen que tiene buena música!




https://www.youtube.com/watch?v=6S9-MwwXDw4