Cómo acompañamos a nuestros hijos en
el proceso de adaptación a un nuevo ambiente o una nueva situación tiene una gran implicación en como integrarán esa vivencia nuestros bebés.
En estas fechas abundan artículos
sobre la vuelta al cole, y la adaptación a las guarderías, noticias
con imágenes de niños llorando desconsoladamente o con frases
repetidas y no sentidas de "vengo-a aprender-muchas-cosas-y-hacer
-muchos-amigos".
Lo primero, creo pasa por entender que
es un momento importante, y difícil para la mayoría de los niños.
Es una simple cuestión de empatía pero dándole a la separación la
dimensión que tiene para el niño, no para nosotros, y cambiar ese
“no es para tanto” o esa presión social de " no lo sobreprotejas
todos los niños tienen que pasar por eso", por una mirada más
comprensiva y cercana.
Desde ésta perspectiva la separación
de la madre o de su figura de apego sobre todo y también
acostumbrarse a un nuevo entorno, no debe ser un hecho irremediable
sino un proceso acompañado, más o menos largo según cada niño.
Debería ser un proceso de incorporación, no de renuncia a
necesidades reales (sentirse acompañado, cuidado, consolado,...)
Para que esto sea así debemos dar el
tiempo y el espacio para que la persona que queda a cargo del niño-
madre de día en nuestro caso- cree un vínculo con el niño, primero
a través de la madre, y después directamente.
Que se adapte no quiere decir que haya
incorporado bien la nueva situación. Muchas adaptaciones son a
costa de renunciar. Dejan de llorar porque han renunciado a pedir lo
que necesitan no porque dejen de necesitarlo. Algunos desarrollan
estrategias de adaptación, se vuelven agresivos para recibir la
atención que necesitan o sumisos para agradar, y aparentemente se
han adaptado pero a un precio muy alto que implica haber desconectado
de sus necesidades reales.
Nuestra experiencia
Todos los niños que han pasado por el
bosque de Gulubú han tenido procesos de adaptación muy diversos.
Según las necesidades de la familia, pero también de la edad y la
personalidad del bebé.
Sinembargo todos estos procesos tienen
en común que han sido hablados y pactados previamente con las
familias, y les he ofrecido toda la flexibilidad y el tiempo
necesario para hacerlo.
Hay bebés que con una semana y muchas
conversaciones con la madre hemos tenido suficiente. Otros han
necesitado un mes de separaciones muy progresivas. Otros lo han hecho
acompañados de su abuela y en menos días...
Es muy importante ese tiempo de estar
juntos con la mamá, porque normalmente es ella la que conoce más
profundamente a su hijo y en ese conversar ( sin rellenar
formularios) van explicando los hábitos, descifrándome los códigos
de comunicación de sus hijos, y yo voy conociéndolos y acercándome
a ellos de una manera muy natural y nada forzada.
No siempre se quedan contentos, a veces
protestan y lloran cuando se va la mamá y pienso que es natural y
saludable que así sea. Pero siempre encuentran consuelo, cuando se
quedan a mi cargo es porque me conocen y confian en mí lo suficiente
para dejarse consolar, y eso es lo importante, porque eso me permite
acompañarlos en sus emociones y aunque éstas no desaparezcan
encuentran como canalizarlas. No se trata de distraerlos y evitar el
llanto a toda costa, a veces sólo se trata de reconocerles su
sentimiento, entenderlos, validar sus emociones para después poder
pasar a jugar y explorar.
Como podemos ayudar
Lo primero es comprender cuales son las
necesidades afectivas y emocionales de los niños pequeños y
comprender que muchas creencias entorno a la necesidad de una
escolarización temprana para favorecer el desarrollo del bebé,
estimular su aprendizaje o la tan nombrada socialización son falsas
y no se ajustan a las necesidades reales del bebé. Sin embargo sí
puede llegar a ser una necesidad para los adultos cuando estos deben
incorporarse al mundo laboral. La motivación es diferente y por lo
tanto la actitud a las reacciones de nuestro bebé también lo serán.
Hay muchos artículos con buenos y
variados consejos para la adaptación, pero es importante que nos
centremos en nuestro bebé, qué cosas le dan seguridad, cuánto
tiempo necesita él o ella para entrar en confianza con una persona
que no conoce, cómo se mueve por ambientes nuevos. Y sobre todo que
elijamos una persona y un lugar que nos dé confianza y tranquilidad,
que comparta criterios de crianza y del que nos sintamos parte, que
sepamos que nuestra opinión cuenta y nuestra forma de criar es
respetada.
Gracias por tus artículos, Paula !
ResponderEliminarSiempre llegan en buen momento y me obligan a pararme a pensar.
Un abrazo!